Andrés Noche1 Escena1 (primeros síntomas de la locura)

La celda se encontraba aburrida. Las últimas noches no han sido tan movidas como yo esperaba. A uno siempre le molestan las cosas monótonas, y ya estaba haciendose insoportable. Para colmo, mi padre últimamente estaba muy molesto..., imbancable creo que sería mejor determinar.

- Vamos muchacho que me estás durmiendo aca adentro. ¿Porqué no salimos a dar una vuelta y vemos si hay comida por los alrededores?

- Mirá, mejor cayate y dejame al nene tranquilo animal. No le hables así, tenele un poco más de respeto a tu hijo.

- Pero por favor, si este pendejo no hace nada. Que, ¿te pensás quedar toda la noche ahí tirado?

- Basta los dos; y vos más vale callate que no tengo ganas de soportar tus idioteses. Hoy quiero estar tranquilo y vos que me venis con sandeses.

- Puff, habló el muerto (cuack), por fin - se reía - Ojito con lo que decís, mira que...

La voz frenó ante el golpe de la puerta. Me di vuelta para mirarla y Omar ya se encontraba adentro de mi "cuarto" (entre comillas). Lo vi un poco nervioso, raro en él, ya que es un humano bastante fornido y duro como para sentir nervios por algo.
Me avisó sobre un problema, disculpandose por la irrupción en mi morada.

- No te preocupes Omar - le dije - Estaba aburrido de todos modos. Me hace bien un poco de companía.

Me dispuse a seguirlo para ver el hecho que provocaba su molestia, si es que eso era lo que sentía. Seguidamente, cruzamos por el corredor hasta llegar a una de las celdas. Un hombre joven, de rostro conocido para mí, se encontraba adentro. Igualmente era un "despierto" más de la sociedad de los mortales, al igual que nosotros que conocemos la verdad entre los vampiros.
Ciertamente no comprendí la razón de estar aquí. Mire a Omar y enseguida me respondió como si supiera que estuviera buscando un explicación.

- ¡Ah!, de Gran Hermano. Sabía que de algún lado conocía esa cara - comenté.

Medité un poco sobre lo que comentaba sobre los hechos que lo trajeron hasta aquí. Pero seguía sin saber porque habría de interesarme. Hasta que lo oí...:

- Quieren mi sangre... mi sangre... sus colmillos, sus ojos...

Interesantes palabras. ¿Una víctima de algún vastago tal vez? Pero, ¿quién sería tan tonto para jugar con los límites de la Mascarada de tal manera?; o tan inteligente, tal vez.
Sería cuestión de averiguarlo ¿no?. Mire a Omar con una sonrisa dibujada en la cara. Al parecer esta noche no sería tan aburrida después de todo.

- Ábreme la puerta un momento Omar. Creo que voy a conversar un poco con nuestro nuevo compañero para ver que lo aqueja.

Omar me miro un rato y asintió con la cabeza. Tal vez no tenía confianza en el muchacho nuevo, o valla a saber que era lo que le sucedía. Sin embargo, sabía que debía hacerme caso.

- Quedate afuera y cerrá la ventanilla Omar - le ordené - Por si las dudas estate atento si te necesito.

Pasé por la puerta a visitar a nuestro nuevo huésped. Miré el lugar un poco; no se parecía en nada a mi cuarto, y, es más, me hacía acordar al lugar horrible en Argentina. Pero eso ya había pasado.
Fijé mis ojos en el joven muchacho. Me daba un poco de gracía, era increible que se encontrara tan desorbitado. Pobre muchacho, valla a saber quien habrá sido el que trató de entretenerse un poco con su ganado.

- Buenas noches mi querido amigo - le dije mirándolo fijo - Puede decirme "Doc" si así le plase. Trataré de ayudarle con el problema que le invade. Está en su total confianza.

Me quede viendolo unos segundos. Recordaba las palabras que había dicho, las cuales me generaban una importante intriga.
Me senté en la cama sonriendo un poco y volví a hablarle rápidamente.

- Cuénteme joven hombre, ¿que le sucedió? - Sonreí nuevamente y puse mis piernas en posición "india" - Se de que habla, no se preocupe. Soy el indicado para ayudarle.