Evangeline Noche4 Escena3 (La Capilla)

Salís del teatro Arriaga, el Elíseo, con bastante presteza. Tu compañera te guía hasta la parte trasera del edificio, donde su coche os espera. Un BMW azul metalizado de alta gama. Justo a su lado, tu propio ghoul acaba de aparcar el tuyo, y os mira sorprendido.

Decides ir en el coche de tu consanguínea, mientras tu sirviente os sigue de cerca. Tomáis la calle en dirección a la Gran Vía, y de allí a una serie de complicadas callejuelas. Te das cuenta, no sin curiosidad, de que no sigue un camino fijo en una dirección concreta, sino que da vueltas incomprensibles por la ciudad. Supones que sea una táctica para evitar ser seguidos. Pero ¿Por qué tanta seguridad?

• La Capilla -Como si leyera tus pensamientos, Anne te mira y responde a tus dudas- Su localización se mantiene en secreto. Todos saben que controlamos varios Dominios, pero la situación exacta de la Capilla es algo que no deseamos hacer público. Mantenemos la seguridad con pulcritud, como todo lo demás. Aunque no lo reconozcan, la seguridad de la Camarilla depende de nosotros, y un ataque exterior al Principado comenzaría sin duda por un asalto a nuestra Capilla. De modo que ¿Por qué ponerselo fácil? -Una afable sonrisa acompaña a su retórica pregunta. Una sonrisa que anima a congraciarse con ella, que da confianza.
  

Anne pulsa un botón del coche, conectado mediante un cable al compartimento en que había depositado previamente su teléfono móvil. Por los altavoces del automóvil se oyen los tonos de una llamada telefónica. Uno... dos...

• ¿Si?
  

La voz es grave, seria, cortante.

• Soy Yo. Tengo el "paquete" ¿Donde lo llevo? -La voz de Anne ha cambiado ostensiblemente. Ahora es robótica, seria, carente de expresión.
  
• Ahora estoy ocupado. Ya abriré el "regalo" cuando tenga tiempo. De momento llevaselo a Ella.
  
• Señorita -notas un cierto cambio en el tono, lo que te indica que puede estar hablándote a tí directamente- Espero que su llegada a estas tierras haya sido lo más agadable posible. Sus hermanos le facilitaremos cuanto material de estudio precise y actividades con las que retribuir lo aprendido y favorecer la consolidación de nuestra "gran familia". Es un honor tenerla a nuestro lado.
  

Antes de responder, ves que Ane te hace un gesto con la mano para que la mires, y susurra con gesto marcado "sin nombres...".

Tu indicación sobre haber tenido problemas con miembros de la Estirpe provoca un tenso silencio al otro lado del aparato, acrecentado por el gesto de nerviosismo de tu acompañante, chófer y guía. No conoces al más antiguo de tu Clan en Bilbao, de modo que no sabes a que atenerte con él ni lo que este silencio significa o augura, pero no parece nada bueno.

• Problemas ¿eh? Nada grave, espero. Habrá ocasión de hablar de ello, pero no ahora.
  
• Hemos preparado unos alojamientos adecuados para usted, querida, y su acompañante se asegurará de que tenga usted entretenimiento y estímulos culturales con los que pasar su tiempo productivamente hasta que le encontremos ocupaciones para con la "causa". Antes, no obstante, conocerá usted a "Madre", quien seguro estará encantada de compartir con usted una taza caliente y buena conversación.
  
• Espero poder contar pronto con tiempo suficiente para conocerla personalmente y poder compartir impresiones.
  
• Ha sido un placer, querida. Bienvenida a Bilbao. Si necesita algo más...
  

El ofrecimiento queda en el aire, esperando una respuesta antes de haer efectiva la despedida.

Anne no te mira cuando le preguntas, anque eso entra dentro de la lógica dado que está conduciendo el vehículo. Sin embargo, si que notas una bocanada de aire escapando entre sus labios sonrientes. Puede que fuera una risita, porque algo en tu pregunta le haga gracia; o puede que fuera un pequeño bufido, un reniego a sus obligaciones como guía y afitriona. No te queda del todo claro. Sin embargo, no pierde la compostura -empiezas a creer que es incapaz de perderla, por lo que te inclinas por la primera opción- y te responde en el mismo tono amable y jovial que ha mantenido contigo desde el principio.

• "La Madre"... Seguramente ya hayas oído hablar de ella. Son muchos los que, entre los nuestros, han acudido a este lugar en busca de su sabiduría y consejo. No suelen quedarse, claro, y por eso nos ha sorprendido tanto ver a una consanguínea acudiendo a Bilbao con intención de instalarse en estos dominios. No estamos habituados.
  
• También son muchos los Tremere que sienten hacia ella cierta animadversión, por su dominio de sendas taumatúrgicas normalmente vedadas a lo nuestros. Pura envidia, pienso yo.
  
• Solo la llamamos "La Madre" cuando empleamos canales de comunicación no seguros. El resto del tiempo es conocida formalmente como "El Oráculo", y cuando ella misma lo permite... Agustina. Yo misma no gozo de ese privilegio, así que no te hagas ilusiones ni te arriesgues tontamente, pues es tan sabia como irritable. Joder, si a veces parece un Brujah...
  
• Ah, y es ciega. Pero yo no la trataría como tal.
  

Tras recorrer varias calles del centro sin aparente rumbo fijo, te das cuenta de que finalmente estáis tomando un camino concreto. El vehículo pasa bastante cerca de un imponente edificio de forma indefinida que ya habías visto en postales, artículos y televisión: el Museo Guggenheim. Pasáis de largo hasta un puente mediante el que cruzáis a la otra orilla de la ria del Nervión, bastante más sombría y regia en sus construcciones. A lo largo de una lrga carretera, alcanzáis lo que parece una universidad clásica, que tu guía te pesenta como la Universidad de Deusto, una de las más importantes de la zona. A orillas de la ría y no lejos del museo que tanta fama internacional ha dado a la ciudad, el bien iluminad por focos amarillentos edificio principal se muestra imponente a pesar de los años de antiguedad que atesora. Te dices que Bilbao, al igual que la Estirpe, alberga lo antiguo y lo nuevo con igual profusión.
Aparcais los coches en el interior, en un parking privado, y Anne te escolta hacia uno de los pabellones más apartados y antiguos, en cuya puerta puede leerse el rótulo "Rectorado", acompañado de una extraña palabra en un idioma que desconoces aunque te suene familiar.

Abre las puertas con llave propia, y entráis para recorrer varios pasillos de aspecto moderno en lo que parecen oficinas y despacos, así como alguna sala de juntas y reuniones. Solo al cruzar otra puerta cerrada con llave notas un aspecto más antiguo e histórico. No ha habido reformas aquí en los ultimos tiempos, y es evidente que estáis ya en terreno vedado a los humanos, salvo algún sirviente ocasional.

Os detenéis frente a una puerta de madera gruesa algo gastada, a la que no vendía mal una capa de pintura al menos, si no un buen lijado y barnizado, con un rótulo que pone "Biblioteca" -aquí no ves nada en otro idioma diferente al español-, y Anne te mira sonriente.

• Aquí nos despedimos, querida. Mis deberes aguardan y nada más puedo hacer por tí esta noche. En la Biblioteca está "El Oráculo", espero que os llevéis bien. Yo no permitiría entrar a un humano en su presencia, no se si me entiendes... -El tono hace estemecer a tu "tío"- Un criado de confianza te esperará y acomodará en unas estancias privadas, aunque eres libre de poseer tu propio refugio fuera de estos muros. Si hay algo más que pueda hacer por tí, no dudes en pedírmelo...
  

Cuando entras en la estancia, una calidez poco acostumbrada te recorre la piel. El lugar parece sacado de una estampa victoriana, un amplio salón de planta cuadrada con visos de biblioteca, con las paredes cubiertas de muebles y estanterías de madera de nogal bruñido y ribeteado con multiples relieves y adornos de alta calidad, sin duda antiguo y artesanal. Los muebles están repletos de libros, más grueso y más delgados, más grandes y más pequeños, con más y menos polvo sobre sus cubiertas encuadernadas en tapas duras forradas de piel. Te das cuenta de la inmensa cantidad de sabiduría que encierra solamente esta habitación, y no dudas que existan otras fuentes en este sagrado templo de tu Clan.

La sala se encuenta inmersa en un ambiente de fuerte y agradable olor, merced a los cuatro grandes incensiarios que, colgando mediante finas cadenas del mismo techo de la estancia, generan finas nubes de humo rojizo que se van difuminando por el lugar, dotandolo de un misterioso ambiente lúgubre que se ve acrecentadopor la escasa luz. La única iluminación es en estos momentos una amplia chimenea encendida en la pared frontal, con grandes tocones de madera siendo consumidos por el fuego abrasador. A ambos lados de ésta, la pared de piedra está cubierta por pesadas cortinas de terciopelo escarlata que, antes de fundirse con los muebles de madera llenos de libros, ayudan a hacer más hogareña esta extraña biblioteca.

Pocos muebles acomodan a lo visitantes en esta habitación, cosa que te sorprende. Ta solo una pequeña y antigua mesa de madera oscura sirve para ojear los libros, con una silla de alto respaldo pro incómodo aspecto. Un cirio apagad parec ser el útil para iluminar en las largas horas de estudio, y un juego de pluma y tinta junto a unos pergaminos en blanco completan la "sala de estudio". Un par de butacones negros se apostan frente a la chimenea, separados de ella por una alfombra de piel de oso pardo, con la cabeza y las patas aún perfectamente visibles.

En una de ella, se encuentra ella. Una vampiresa con aspecto de haber sido abrazada a mediana edad, pero bien conservada y con cierta belleza, gracias a un rostro bien proporcionado y una piel fina y tersa de gran blancura y candidez y a un cuerpo de elegantes proporciones. Lleva un vestido ajustado con un amplio escote que no oculta las que siguen siendo sus virtudes, y una extraña diadema cubierta por una larga tela que recorre y cubre su cabeza para terminar rodeando sus hombros. Unos brazaletes de bronce con adornos diversos cubren sus antebrazos. Su bello rostro, perfectamente maquillado, no oculta unos ojos abiertos de par en par que muestran la eterna blancura de la ceguera.


La mujer aparenta observar las llamas de la chimenea, aunque no tarda e girarse en dirección a ti en cuanto das un par de pasos por la biblioteca en su dirección.

• Lo se, ya ha llegado ¿Cómo es? Oh, ya veo...
  

Su voz es tenue y baja, como si hablase para alguien que estuviera a su lado. No comprendes sus palabas.

• Ven, acercate.
  

Ignorando el ya acostumbrado error de considerarte joven debido a tu aspecto, o incuso pensando que quizás si que eres muy joven comparado con ella, le tiendes tu mano con indecisión. Ella la toma como si de una vieja gitana zíngara se tratara, la pone palma arriba y comieza a acariciarla con la llema de los dedos de su otra mano, recorriendo cada arruga, cada huella. Y a cada movimiento, ves su rostro gesticulando, sonriendo y volviéndose serio o extrañado, asintiendo o negando, pero siempre mirándote fijamente con sus ojos blancos. Finalmente, sus labios se abren, brotando de ella palabras que se pronuncian en alto pero no dejan de ser meros pensamientos.

• Querían cogerte... No eran humanos... pero tampoco eran como nosotros... Quieren algo que tú tienes, pero ni siquiera saben quién eres... No podrás permanecer en las sombras mucho más tiempo, o podrías perderlo... todo.
  

• Hay más poder en este mundo del que uno solo puede controlar...
  

La afirmación te toma por sorpresa, especialmente al no comprender su significado ¿Qué tiene que ver con lo que estáis hablando?

• ...Y del mismo modo, hay más peligros de lo que uno es capaz de ver. Esta ciudad está acosada por un gran mal que sobrevendrá en los próximos tiempos, pequeña. Si nadie hace nada por evitarlo, nuestro mundo será pasto de las llamas. Aquellos que te acosan sin conocerte no son más que un bando en la guerra que vendrá, pero serán responsables de los actos de otros. Cuando la primera pieza del dominó caiga, nada puede evitar que la cadena siga cayendo. Solo eliminar a otras piezas en el camino. Pocos habrá que tengan posibilidades de evitarlo. Quizás tú seas uno de ellos...
  

• ¿A mi lado?
  

La vampiresa sonríe ante tus palabras, pero no con burla, más bien se parece a la sonrisa de una madre amorosa hacia un hijo.

• No, Evangeline, soy yo quien estará a tu lado...
  

Estas palabas resuenan en tu cabeza, golpeándola como una losa ¿Ella a tu lado? ¿Una cainita tan ilustre ofreciéndose a ti y no al revés? Por un momento, el sentimiento de respeto o admiración que pudieras tener por la vampiresa se ve sustituido por la desconfianza. Sin embargo, de pronto es la curiosidad lo que te invade, al verla ladear la cabeza y acercar la oreja a un interlocutor invisible mientras asiente y pone gesto de interés ¿Estará acaso loca?

• Ahora debes irte, pequeña. Creo que tienes una reunión importante.
  

¿Una reunión? Crees recordar que es cierto, había una reunión a la que debías acudir, pero ¿Como lo sabe ella?